La ficticia seguridad de amar
Tu silencio,
es como un castigo que me envenena
y me empuja hasta el abismo
de la locura divina de platón.
Tu voz, me envuelve, me ciega,
me convence y elimina la distancia entre los dos,
me invita a pintar una obra desnuda de paz
en el lienzo de picazo con la mano de dios.
Tu mirada,
es el camino que siempre me fue negado,
y que la luz de tus ojos
hace visible para seguirlo,
hasta la dulce presencia
de tus labios rojizos con sabor a miel,
que pronunciando mi nombre me besan,
me abrazan y me llevan a la gloria
que solo el suspiro de tus besos puede lograr.
Creando por un instante
la ficticia seguridad de amar de Sigmund Freud,
me vuelvo a sentar en mis cinco sentidos
que solo viven por redescubrirte
y desearte una vez más.
Las caricias de tu piel,
inician la conversación perfecta con mí ser,
y que sólo acaba con el sudor de tu cuerpo
que se convierte en el néctar divino que vine a beber.
Tu mirada, tu voz, tu silencio y tu amor
descubren mis sentidos a favor de la pasión
de este incesable sentimiento entre los dos.