Una mañana fría y lluviosa en un día gris, con tu imagen en mi mente sin paredes ni fronteras que me impidieran amarte, encontré la mejor oportunidad para inspirarme, y me senté a escribir.
A veces, te sentí, otras veces, solo te vi, y perdido en un sueño que no tiene principio ni fin, solo pasos infinitos sin respuestas, sobre ti y sobre mí, y así, me senté a escribir.